martes, agosto 10, 2004

Diálogos

Rolo.- Soy una víbora, un malnacido.
Ernestina.- Las víboras no tienen patas para salir a chingar.
Rolo.- Soy una víbora que ha estado en el infierno.
Ernestina.- Ya cállate. Ya falta poco.
Rolo.- Estuve en el infierno, ¿quieres ver? (Le enseña un dibujo en una hoja de papel) Así es el infierno. Aquí en la cama de la esquina había un violador. Y en la otra estaba un tipo que se quiso sacar el corazón con una sierra eléctrica.
Ernestina.- ¿Y porqué no se lo sacó?
Rolo.- Su pecho era una cicatriz. Traía unos tatuajes y los ojos se le salían.
Ernestina.- Ya, por favor, estáte sentado. Ahorita llegan.
Rolo.- No quiero irme al infierno, no me quiero morir en el infierno.
Ernestina.- No te vas a morir.
Rolo.- Pero tu sí te vas a morir con mi muerte en la consciencia. Allí voy a estar, con hijos de políticos y violadores.
Ernestina.- Ni modo qué le vamos a hacer.
Rolo.- Y no me salgas con que esto te duele más a mí que a ti. Eso lo decía mi mamá cuando me madreaba hasta dejarme inconsciente. No. Esto siempre me va a doler más a mí. Yo soy una serpiente, pero tú eres una rata.
Ernestina.- Rolo deja de decir sandeces.
Rolo.- ¿Vas a dejar que me lleven?
Ernestina.- Ya te dije que si.
Rolo.- Pero yo no me quiero ir.
Ernestina.- Eso es lo que haces todos los días. Hueles a puros miados.
Rolo.- Yo soy una basura, huelo a miados, no tengo calzones limpios. Yo soy todo lo que tú quieras, pero yo nunca he salido a la calle a romperle el corazón a nadie.
Ernestina.- No, tú rompes puros conocidos.
Silencio. Tocan el timbre. Los dos miran expectantes hacia la puerta.
Rolo.- ¿Te voy a ver en el infierno?
Ernestina.- Toma tus cosas.
Rolo.- ¿Te voy a ver?
Ernestina.- Pregúntale al diablo ahora que lo veas.
Las luces se apagan.