Otro presidente más canchanchán
El sábado le decía a un amigo como diciéndome a mí:"No es necesario que decidas ser una sola cosa. Puedes ser muchas y que vayan al diablo los especialistas recalcitrantes".
¿Por qué habíamos de conformarnos con que nos llamen poetas, si nos gusta cocinar, ver las estrellas, el funcionamiento de las mitocondrias y la política?
Si a mí me gusta hacer cine y me gasto mi lana en ello, vayan al carajo los que dicen que mis imágenes resultarán del sesgo de una periodista. Que limiten a su madre, pues.
La onda es que esto puede convertirse en perversión.
Los funcionarios públicos verían su oportunidad para salir del clóset. Alguien aprobaría una ley para abrir currículas. Nos contarían sus aspiraciones 'aquí entre nos'.
Kawaghi, con lágrimas en los ojos diría algo así: "yo en realidad quiero salir en el Tvynovelas con un nuevo chisme cada semana; me hubiera gustado nacer primo de Palazuelos, pero hago esto porque me dijeron que se gana mucha pasta".
De Fox ya nadie esperaría ni tantitos desos, desde el principio habríamos comprendido sus ambiciones luego de un síncero declaramiento de principios: "El rancho me jala. He descubierto una nueva forma de ser macho con enaguas: le grito a mi mujer como si fuera mula, pero ella es la que manda, a mí me da güeva. En fin, lo mío lo mío, como dijo mi héroe Bichir, es el sofá.
En Uruguay, por ejemplo, al presidente le permiten ejercer, una vez a la semana, su oficio de médico.
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¿Qué hay, doc? Aquí nomás, dirigiendo a Uruguay
por Larry Rohter
New York Times News Service
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