martes, septiembre 20, 2005

Terremotito

Siempre he querido escribir una película con el tema del terremoto. Sé que parece cursi y choteado, pero a mí, como a la mayoría de la gente de mi edad, el 85 nos tatuó una sensación, un turning point, un landmark, una agrura en la memoria.

Una vez hasta me puse a hacerlo. Ya tiene unos años. Líneas y líneas de diálogo y de pronto los personajes empezaron a caer en el melodrama fácil. Me di cuenta de que todavía no era capaz de hacer esa historia, de contar lo que en verdad importaba. (Algún día, todavía no se salvan, no se crean).
En cambio escribí este pequeño texto, a manera de reflexión personal, que nunca pensé compartir:

El terremoto del 85 es esa guerra que le dio a la muerte olor a coladera y psicosis colectiva. Es la muerte aplastada en mi dentista que no se apareció más por aquel consultorio.

Parte de guerra, que encendió la conciencia defeña. Existimos juntos y ni uno menos. SOLIDARIDAD se pintó en las calles; parques en lugar de 25 mil almas que se fueron a la chingada en 1. 2 minutos.

Los zapatos con los que llegaron mis hermanos. Los zapatos de la señora que sufrió un colapso en una combi, cuando todavía cabíamos en combis. Le pasa uno en la que sigue por favor. Al día siguiente todos eramos voluntarios, agradecidos de no haber escogido Pino Suárez para transitar el 19 de Septiembre de 1985.

El olor a rata, a perro, a gato, a hamster sin dueño. Centro Médico lleno de enfermos sin médicos, de médicos con muertos, de médicos muertos. La sala de las parturientas, que tuvieron que bajar de sus camas con media placenta en la mano. Y los bebés que se salvaron para ver la tragedia en la que se convertiría esta ciudad después de ése día.

Niños que hoy han triplicado el consumo de cocaína. Que asaltan las mismas calles por donde antes se metieron los bomberos a rescatarlos.

Niños que ya no duermen, con el corazón roto desde antes de estornudar, de miar por primera vez.

Plácido Domingo y los que cantaron como ayudando a morir. Los perros entrenados, que nunca habían visto algo así, los bomberos, los refugios que se levantaron en dos días y vieron correr casi dos años. Que alguien haga algo, a quién le echamos la culpa, los arquitectos sabían que esto iba a pasar. Dicen que los meterólogos también, pero qué no miden el clima esos?, no, todos son de lo peor, sabían que estábamos bañándonos, cagando, desayunando. Eran las 7 chingao, nos agarró dormidos. Salimos por la ventana, Jacobo lloró, Super Leche se cayó. Batas, piyamas y pantuflas dejó de trasmitir.

Las colas en los teléfonos públicos; antes costaban 20 centavos, luego se hicieron gratuitos: Telmex nos regaló unos años antes de caernos encima como buitres. Porque comunicarse en este país sale muy caro. Por cualquier vía.

¿Estás bien? El terremoto se sinitió hasta acá. Yo ni lo sentí, pero las noticias. La ciudad de México ha quedado desierta.

El silencio, los llantos, mi madre pegada a la tele. Todos dormimos con tenis por dos semanas. Todos aprendimos a pegarnos a una columna, a meternos debajo de un escritorio, a alejarnos de la instalación eléctrica. Ya nadie regresó al colegio. Y a tí, ¿dónde te tocó? Porque al que le toca, le tocó.

2 Comments:

At 10:20 p.m., Blogger Don Garbanaldo said...

Soy narrador de un juego de rol, ambientado en la ciudad de mexico, tu post me ha gustado tanto que lo he puesto como nota de trasfondo. Por supuesto con una liga a tu blog.

 
At 2:20 p.m., Blogger ira said...

Eii, ¡un jugador de rol! Y yo que pensé que éramos una raza extinta, (Nos declaramos "geeks", ni modo).

Veo con cierta melancolía que los juegos en los que había que escribir con lápiz y dibujar en simples hojitas blancas ha quedado atrás. No tengo idea de cómo se utilicen los links en un juego de rol, pero suena algo a lo que yo le hubiera dedicado muchas horas hace algunos años.

Gracias por leer, espero que el texto le otorgue un ambiente lúgubre al juego.

Saludos Don.

Ira.

 

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