lunes, junio 19, 2006

Peligrosamente parecidos

Hice un reportaje sobre la creciente clase media rusa. Encontré datos espeluznantes sobre cómo Putin está aplastando toda la libertad de expresión que habían logrado desde que se formaron como república. Aún cuando esa libertad siempre estuvo entrecomillada por la intervención de mafias que chantajeaban a la sociedad civil a río revuelto, parecía el comienzo de un país responsable de sus propias decisiones. Ya no lo es más.

Lo terrible es que esa lealtad "al partido" que antes se obtenía a punta de pistola, hoy se consigue por medio de la indiferencia.

¿Les suena conocido?

En menos de quince años Rusia ha visto cómo crece el monstruo del consumismo, los young professionals que ahora exudan lana aspiran a comprarse zapatos Prada o trajes Armani. Están cruzando todas las fronteras físicas, éticas y tradicionales. Algo bueno podría salir de allí, pero no todavía.

Por el momento el alcoholismo y el consumo de drogas azotan más que nunca a los rusos. Para acabarla de joder ya nadie quiere tener hijos y la esperanza de vida en lugar de ampliarse se reduce peligrosamente.

Si siguen así, en 30 años, calculan, Rusia habrá perdido un tercio de su población económicamente activa.

La paradoja es que hoy Rusia tiene más multimillonarios (20) que la Gran Bretaña y más millonarios per cápita que el resto de Europa. (Ahhh, porque no es lo mismo tener mucha lana que ser Slim o Abramovich)

Como todos en este país sabemos (y si no lo sabemos ya va siendo tiempo), lo anterior significa una cantidad imbécil de personas en condiciones de "extrema pobreza". Por aquello del efecto ese de que la materia --como el dinero-- no se crea ni se destruye, sólo cambia de manos.

Los rusos jóvenes quieren comerse el planeta a puños. Antes vivían en casas con tres o cuatro familias; ahora tienen chance de comprarse un piso propio, un negocito, un ranchito a las afueras de Moscú.

Les importa un pito si Putin o los demás hacen con el gobierno un cucurucho. Con que haya estabilidad económica y a ellos les alcance para comprarse su Mini, pasan por alto cualquier acto de corrupción.

Les recuerdo, estoy hablando de Rusia, no de México.

Eso sí, los rusos han invertido en sus industrias culturales. Conocen de sobra el poder de la cultura como pegamento de la identidad como país (para bien o para mal) y hace poco se realizó el primer blockbuster ruso "Night Watch" que ganó millones en taquilla en todo el mundo, pero sobre todo, desbancó a las superproducciones gringas en la cartelera de Moscú.

"Pero nosotros no tenemos skinheads", dirán algunos. Ni falta que nos hace. Con que no nos dejen entrar a un antro o nos vean feo en una exposición de arte o nos nieguen un crédito por chaparros, feos, gordos, granosos, morenos; mientras nos sigan deteniendo las patrullas por "macuarros" y nos sigamos insultando por diferencias de clase; mientras los polis sigan pensando que es aceptable atascarse de tetas cuando están interrogando a una mujer; con ese trompo tenemos para que nos gire en la uña un rato.

El otro día un ciclista me gritó "zorra" porque no lo dejé pasar (estaba en la maniobra de estacionar mi auto y el iba en sentido contrario, a media calle y se tuvo que detener). Soy yo y mi educación centro izquierda/doble cara/ católica, pero Zorra es un insulto un poco más allá del coraje instantáneo. Zorra es una palabra llena de odio, pero sobre todo de miedo. En fin.
Zorro, pues.

1 Comments:

At 7:02 p.m., Blogger Michelle On The Road said...

Hey!!! qué buenos datos te avientas, querida.
Es impresionante, basta con excentrarse un poco para darse cuenta que, jodidos, hay en todo el mundo. Yo hace tiempo que engroso las filas del llamada proletariado tercermundista, sí, pero cabróna tu investigación,
Muchas gracias Ira, darling, una vez más.
Besos,
M

 

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