lunes, enero 23, 2006

Un hombre aprende a divertirse después de muchos años de amargura. Se da cuenta que la clave no está en disfrutar una puesta de sol o las galanuras de sus hijos, sino en reírse de sus desgracias.

Mientras más grande sea su tragedia, el hombre organiza fiestas más grandes y comunica a todos a su alrededor cuán feliz es.