domingo, noviembre 20, 2005

Mi reino, como el de Primo Levi

Supongo que a veces me domina el miedo. ¿Quién me entiende? ¿No que muy punk? Pues si, pero esos pelos parados llenos de gel y anilina roja pueden ser un síntoma clarísimo del terror.
Me gusta pensar, sin embargo, que tengo el mismo miedo Jean Genet, que no podía vivir en el mundo pero que hizo de este 'defectito' un vicio digno.

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Hoy todo está medio desajustado. Mis ojos no ven bien, como que les falta sintonía con la verdad.

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Ouch, que putazo, en la mera cara y por alguien que amaba. Me desperté con un moretonzote y sin hambre. Tuve que prender el boiler porque en mi casa hacía más frío que de costumbre. Más y más y más frío. Saqué a todos mis animales a la calle, desalojé a mi hermana, desperté a los peces dorados. Empecé una fogata para apagar ese alarmante frío. Luego me di cuenta de que el frío lo traigo puesto y ya nunca nunca se me va a quitar.

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Cuando la música es insoportable, lo que hay que hacer es recurrir a la poesía. Buena o mala, pero siempre está allí para ti.
Por ejemplo, el señor Primo Levi, jefe de las hordas de la abyección:

El dromedario

¿Por qué tantas querellas,
peleas y guerras?
Sólo tienen que imitarme.
¿No hay agua? Me aguanto
la sed
Y sólo cuido de no gastar
el aliento.
¿No hay alimento? Lo tomo
de la joroba:
En tiempos propicios
Deberían fabricarse una.
Y si la joroba está sin fuerza,
Sólo tomo algunas zarzas
y paja;
La hierba verde es lasciva
y banal.
¿Es fea mi voz? Casi
siempre callo,
Y si bramo nadie me escucha.
¿Soy feo? Con que le guste
a mi hembra...
Las nuestras van a lo seguro
Y dan la mejor leche
que existe;
Sí, soy un servidor, pero
el desierto es mío:
No hay servidor que no
tenga su reino.
Mi reino es la desolación;
No tiene límites.

24 de noviembre de 1986
Tomado de Reforma que lo tomó del libro "A una hora incierta".

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Deberíamos ser como periódicos: cambiar nuestro formato de vez en cuando.