martes, noviembre 30, 2004

La burra no era, aprendió

ESTE POST ESTÁ DEDICADO A LOS DIBUJANTES, PINTORES, DISEÑADORES Y MONEROS.

El domingo le enseñé un juego de azar a una niña de 4 años. Sus manillas regordetas eran vírgenes de cartas y dados, pero sobre todo del júbilo de aventajar. Su primera intención, una vez aprendido el objetivo del juego, fue acomodar los dados para que resultaran a su conveniencia. Apenas podía sostenerlos en su mano, pero antes de lanzarlos intentaba darles vuelta. Si de lo que se trataba era de ganar, estaba claro lo que había que hacer. ¿O no? Me sentí responsable de explicarle que si no seguía "las reglas del juego", éste se tornaba aburrido.
"Pero yo quiero ganar", me dijo. "Lo padre es jugar. Hay que dejarlos caer, a ver cómo salen, ese es el chiste", contesté. Ajá. ¿Ese es el chiste? Puta madre. Hice gala de mi rebuscado choro para justificarme. Ella tiene que entender el sentido de justicia, aprender a perder, saludar al azar como parte de cualquier cosa que haga, etc.
Pero luego empezó mi suplicio: la nena empezó a explicarle el mismo choro TAL CUAL a su hermanito de 3 años. La oí hablar y casi me escupo.
"¿Verdad el que no sigue las reglas no puede jugar?"
Trágame, por favor, trágame tierra y no permitas que yo le enseñe mentiras a un niño.
Opté por ponerme a dibujar. "Aquí no importan las reglas", suspiré.