jueves, noviembre 18, 2004

Siempre si

Dije que no tenía nada que decir pero luego la tarde me regresó las ganas. Seguro le pasó a Rulfo, pero él era mucho más disciplinado y mantuvo el silencio. También debe ocurrirle a Salinger. Eso de golpear hijas y maltratar secretarias supone una manifestación mucho más aburrida de la neurosis que la escritura. Por eso uno siempre regresa. La computadora como prostituta aburrida, recibiendo nuestros golpecitos inermes, apenas perversos.
El silencio supone un sacrificio. Gregarios como somos, locuaces, sabihondos, marrulleros, apantallabobos, todos tenemos algo de profetas y pensamos que sin nuestra sentencia, algo se pierde.
Hay que ver cuántos desos se necesitan para quedarse callado, sobre todo cuando Juan te llamas. Entre tantas formas de resistencia, no encuentro todavía la que me borre por completo la angustia de pertenecer. Como decía Pascal, la mayor tragedia del ser humano es no poder estar a solas.
Chale, ¿si fue Pascal? Suena Pascaloso.