Para empezar
Ellison señaló con su índice dorado a escritores desconocidos y los empastó junto a grandes elefantes blancos. En el proceso la regó (muy mi humilde) y metió a algunos de sus carnales. En Visiones Peligrosas II hay piezas que podrían haber salido de un tallercito literario de la Condesa. Booooring.
Pero Carol es distinta.
Carol es una de las razones por las que uno quiere seguir escribiendo.
No está llena de imágenes esculpidas en plata ni de máximas disfrazadas de plot points. No es cineasta amargada ni dramaturga de undercover en el cuento. Narra porque el asunto no puede ser dicho de otra forma. No es una alternativa barata del dibujo, del diseño o la oratoria. Narra con todos sus dientes, la cabrona.
Esta mañana, un poco antes de regresar a lo que será mi realidad los próximos 10 meses (beca surreal-escuelita dadá-colaboraciones fársicas) encontré en la red un ensayo justamente sobre lo que mi cuerpo resistía tanto. Un nuevo comienzo.
A la gran Carol le gusta romper algunas reglas al empezar una historia. Como a mí.
(Sólo posteo la parte de los comienzos, si quieren saber qué otras reglas rompe esta señora picarle a linkillo; también pueden buscar algunas historias online (english), por si no tienen tres grilletes como su servilleti):
Beginning with a bang
I like to sneak into a story. I think it’s a cliché to start with action—with a shout as if trying to wake up the reader. I think the reader will get hooked by lots of things. Even with a bit of philosophy or a nice description. Here are four of my favorite beginnings:
If a golden circle is reflected from a buttercup held beneath one’s chin when a mystic rhyme is repeated, one is destined for wealth.
—Claire Haughton
The house in which any person spends his childhood becomes for him the prototype of all houses whatever.
—Thomas M. Disch
It is said that the memory of smells is the most powerful part of our memory. Hypnagogic memory it is called. I don’t know whether there is a place in my brain called the “Hypnagogue” where all of those memories reside, but there should be.
—Lisa Jarvis
What to know about pain is how little we do to deserve it, how simple it is to give, how hard to lose.
—Frederick Busch
One of my students checked almost all the beginnings she had in her apartment, both novels and short stories, and found more than half of them began with the weather. I just checked a batch here and I don’t think that’s true in my apartment. Lots do, though.
I hardly know another teacher who doesn’t say begin in the middle as Aristotle said to do, but I find that a cliche.
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