Estoy harta de que Gerardo esté en el bote. Cada día que pasa me molesta más. Ya no más triste, ya no preocupada. Estoy bien pinche encabronada. Sueño con él todas las noches. A veces el reclu es como una gran Central de Abastos donde cuelgan guajolotes vivos de las patas. Los guajolotes ya no pelean. El aire no mueve las cosas. El Sif y yo reventamos de risa. Estamos acostados en un megaparque, contando chistes. Me despierto con dolor de estómago.
Me muero de ganas de verlo y no sé si sería lo mismo si pudiera pasar por su calle en la Roma y de reojo viera su cuarto con la luz encendida.
Ya quiero que vuelva a su casa para ver el History Channel los domingos.
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